En El Pequeño Poni, los padres de Luismi, Jaime e Irene, se enfrentan al doloroso acoso escolar que su hijo sufre en una institución que, en lugar de protegerlo, opta por encubrir a los agresores. A través del contraste entre la indignación de Jaime y el pragmatismo resignado de Irene, la obra refleja las tensiones emocionales y morales que emergen en el seno familiar ante la injusticia. Más allá de la historia de un niño acosado, la pieza invita al público a reflexionar sobre la responsabilidad colectiva en la educación y en la defensa de los más vulnerables, poniendo en primer plano la urgencia de construir una sociedad más empática y justa.